¿Soy quien creen que soy, o soy yo mismo?
Ser la única persona latina, afroamericana, asiática, LGBT, mujer, no cristiana, con capacidades diferentes, migrante o refugiada. No importa qué, no es fácil.
¿Te camuflajeas con los demás o te muestras como eres? Hablar o quedarse callado es costoso y agotador para ti.
Tienes experiencias de vida y desafíos que otras personas no tienen. Esas experiencias son preciosas pero no siempre apreciadas o celebradas.
Las agresiones vienen en todos los sabores.
«Solíamos tener tacos, o hay un lugar de pollo y waffles a una cuadra». «Tu inglés es muy bueno. ¿De dónde eres originalmente?» ¡Sorpresa! Creciste en los EE. UU.
«Estás sacando la carta de la raza». «La forma en que escribes, vistes y hablas no es profesional. Te reportaré la próxima vez». «Ella es demasiado emocional y no hará un buen trabajo en ese puesto porque primero tendrá que cuidar a su familia».
«¿Tienes esposo o esposa, verdad?» «No seas gay».
«No quepo en los muebles». No pensaron en ti – sé que duele.
Es posible que hayas escuchado una versión de estos comentarios. Podríamos escribir una lista interminable. Esas agresiones sutiles y no tan sutiles no se sienten bien, te lastiman y son violentas. ¡No están bien!
Ser el Único es un desafío.
¡Hablas, pero estás sudando, temblando por dentro, el corazón se te acelera y respiras mientras cuentas hasta tres! Compartir tu perspectiva es esencial, pero puede ser diferente a la de los demás.
¿Qué respuesta obtienes después de compartir? – ¡silencio, masculinidad, jerarquía, poder, diciéndote (profesionalmente) que estás equivocado! ¡No te hacen ni un poco de caso!
Ó, ya lograste una posición alta, acostumbrado a esta respuesta y sabes cómo mantenerte firme. Llegaste ahí sabiendo el código de comportamiento y cómo ser amable pero directo. Eso no significa que no sea cansado, ya que luchas constantemente para demostrar lo que aportas y trabajas el triple de duro por el mismo reconocimiento que otros que no son el Único.
Ser el Único en un ambiente tóxico daña tu salud mental. Ese ambiente puede hacer que te cuestiones a ti mismo.
Salvar a otros hace que salvarte a tí sea más difícil.
Como el primer miembro de tu familia que fue a la universidad, aprendió inglés o se convirtió en un «profesional», lo lograste. Tus padres también lo lograron. Mira a dónde te lanzaron. ¡Son increíbles!
Como profesional, eres el plan familiar de jubilación, salud, comprar casa, obtener un estatus legal, cuidar a los hermanos y ser un ejemplo de éxito para los demás miembros de la familia.
Como un éxito, ahora eres la persona a quien acudir para pedir ayuda, hacer llamadas, reservar vuelos y acompañar a citas con el médico. Ayudar es lo que siempre has hecho.
¿Adivina qué? ¡Eso es mucho! No me sorprende que estés ansioso todo el tiempo. Es hora de que recibas cuidado. En su libro de 1988, A Burst of Life, Audre Lorde dice: «Cuidar de mí misma no es autocomplacencia, es autopreservación, y eso es un acto de guerra política».
Mi meta es ayudarte a navegar por esos entornos difíciles y detener las mentiras, las agresiones y las dudas sobre ti mismo. Es hora de dejar de preguntarte qué dijiste o no dijiste, si eres lo suficientemente bueno para tener éxito y de preocuparte por tu profesionalismo.
Quiero estar allí contigo para recordarte tu poder y tus dones. ¡Porque, cariño, eres precios@!